lunes, 23 de junio de 2014

MARVELS: LA ERA DE LOS PRODIGIOS

Si hay un momento a lo largo de la historia de los cómics en que alcanzaron uno de sus cotas más bajas de calidad, esa época fue la década de los 90. Los superhéroes, quienes tan gloriosas historias habían protagonizado durante la Edad de Oro y la de Plata, decaían con cómics en los que sus actos difícilmente se diferenciaban de los perpetrados por los villanos contra los que luchaban. A esto se le sumó el intento de darle al género un aire adulto mediante la inclusión constante de problemas de drogas, sexo… Todo esto dio como fruto que los lectores se acercasen a las tiendas de cómics buscando principalmente un buen dibujo, quedando relegado a un segundo lugar la historia. Los superhéroes parecían hundirse en un profundo agujero negro y nadie parecía dar con la forma de sacarlos de allí…

Hasta que comenzó a surgir una nueva generación de guionistas capaces de devolver a los personajes el glorioso espíritu que antaño los había caracterizado. Y, si esta corriente contaba con un primer paso, con un origen, ese fue Marvels. Los por aquel entonces casi desconocidos Kurt Busiek y Alex Ross se encargaron de crear una mini-serie que iba en contra de la corriente oscura del momento al recuperar la esencia y el espíritu del origen de los personajes. Un punto y aparte que serviría para relanzar el género superheróico.

La historia de Marvels gira entorno a Phil Sheldon, un joven periodista de Nueva York con el que iremos recorriendo los orígenes del Universo Marvel. A través del objetivo de su cámara, regresaremos a la primera aparición pública de un superhéroe (o prodigio, como a él le gusta llamarlos) para ir avanzando por la historia recreando grandes acontecimientos como la boda de Reed y Sue, la apocalíptica llegada de Galactus, la aparición de los temidos Hijos del Átomo, la dolorosa muerte de Gwen Stacy

Todos estos y muchos más momentos claves pertenecientes a los primeros años de Marvel serán relatados desde el punto de vista de Phil. A pesar de las múltiples apariciones de los grandes personajes de la editorial, no habrá ningún superhéroe que goce de excesivo protagonismo dentro de la obra, pues Busiek decide alejarse de la trama típica del género para mostrarnos las historias de los superhéroes desde un punto de vista bien distinto: el del ciudadano de a pie. Mediante el protagonista, Busiek realiza un acercamiento a cómo se vivía entre los neoyorquinos las apariciones de los prodigios: cuáles eran sus reacciones, cómo afectaban estos en su vida, cuáles eran las consecuencias de sus actos… 


Así, gracias a la profundidad de la que dota a su creación, Sheldon, Busiek logra que el lector no solo entienda cómo se sentían los ciudadanos al ver como pasaban a un segundo lugar a la hora de resolver problemas, sino que también es capaz de hacer que se empatice con estos personajes compartiendo sus sorpresas y temores.

Esto es conseguido gracias a la brillante narrativa que tanto caracteriza a Busiek. El guionista escribe diálogos en los que recrearse y monólogos internos del protagonista que releer para disfrutarlos completamente y extraer todo lo que el autor pretende transmitir. Estos profundos y dramáticos pensamientos de Sheldon quedan atrapados en unos cuadros de texto en los que el guionista refleja las preocupaciones de aquella asombrada sociedad.

¿Y qué decir de la genial labor arqueológica del guionista? Este selecciona inteligentemente cada momento cumbre de la historia Marvel, partiendo desde la irrupción de la Antorcha Humana original en el mundo, sus devastadores enfrentamientos con Namor… Hasta llegar a la muerte de Gwen Stacy. Todo ello ordenado cronológicamente a lo largo de la vida de nuestro protagonista. El cómic supone un resumen a aquella época para los lectores que no la conocieron o un genial regreso a los que sí la vivieron. De este modo, el guionista sabe congeniar perfectamente la vida del protagonista y la creación y desarrollo del Universo Marvel.

A pesar de la innegable genialidad de la que se encuentra dotada la obra, se puede hallar un momento de leve bajón durante el tercer capítulo, cuando se da la llegada de Galactus, pues Busiek parece dejar de lado su labor como guionista con fin de ofrecerle a Alex Ross unas páginas en las que lucirse más aún si cabe. Pero, como comentamos, este es un detalle nada reprochable que no hace que el resto del cómic luzca menos, y sobre todo al encontrarse seguido por el emocionante final que nos depara la obra. 

Y continuando con Ross... Si destacable es la labor de Kurt Busiek, igualmente de plausible es la labor del maestro Alex Ross. El artista que tan alto reconocimiento ha alcanzado realiza unos inigualables dibujos fotográficos en el que destaca el uso de las luces, la caracterización de los personajes y su capacidad para dotarlos de emoción. Además, Ross logra recrear genialmente las épocas en las que se desarrolla el cómic y plasmar con la espectacularidad que le caracteriza a todos los superhéroes que aparecen por sus viñetas. La única pega que se le puede encontrar a sus dibujos es la falta de detallismo en algunas de sus escenas, pero esto no llega en ningún momento a actuar en detrimento del resultado general.

En lo relativo a esta edición de Panini, los cuatro capítulos que componen la historia se encuentran recopilados en un tomo de la Colección Marvel Héroes, manteniendo su característico precio de 9,99 €. En él, además de los cuatro capítulos principales, nos encontramos con otro capítulo que sirve de prólogo, con entrevistas y una gran cantidad de portadas alternativas.

Conclusión: Dos autores de la talla de Kurt Busiek y Alex Ross se unen para dar lo mejor de sí y rendir homenaje al Universo Marvel ideado por Stan Lee y los suyos. Una historia con personajes profundos, multitud de cameos superheróicos, dibujos geniales... Una joya ganadora de varios Eisner que cualquier buen lector de cómics debe tener en su estantería.

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