En
la década de los 90, el cómic de superhéroes había tomado una dirección
claramente opuesta a la tomada durante la Edad de Oro y la de Plata. En un
intento de adaptar el género a unos lectores que ya habían pasado de ser niños
a adultos, los cómics de superhéroes
habían abandonado la nobleza y candidez que los caracterizaba para ser
protagonizados por unos personajes que, a pesar de lucir el nombre y aspecto de
siempre, acometían unos actos que difícilmente se discernían de los realizados
por aquellos que combatían.
En
medio de este oscuro panorama, surgía en 1994 de la mente de Kurb Busiek y Alex Ross Marvels, un grito en forma de cómic que recordaba al mundo la auténtica
naturaleza de los superhéroes. Esta obra marcaría el resurgir del género
abriendo camino a obras venideras que también se apartarían de la corriente
oscura y recuperarían el ya casi exiguo espíritu clásico. Si alguno de estos
cómics destacó especialmente sobre el resto, ese fue Kingdom Come, creado en 1996 por
Mark Waid y Alex Ross. Juntos acudían a la línea Else Worlds de
DC para reflejar el momento que vivía el cómic a través de una lucha entre los
esperanzadores héroes de antaño y los lúgubres justicieros del momento.
Es
el futuro, y los superhéroes ya no existen. En la realidad que narra Mark Waid,
estos han sido sustituidos por un grupo de metahumanos que, a pesar de asegurar
ser los defensores del ciudadano, causan tantos estragos y desdichas como los
villanos a los que plantan cara. Una situación insostenible que hace que los
humanos miren hacia atrás recordando a una generación de superhéores de la que
ya no se sabe nada. Mientras que algunos pocos como Batman o Flash defienden
como pueden sus ciudades, la mayoría de superhéroes abandonaron su rol al ver
como Superman desaparecía para aislarse en la Fortaleza de la Soledad. El
Hombre del Mañana descubrió que había sucumbido al paso del tiempo, que no
había podido adaptarse a las exigencias de las nuevas generaciones… Pero
su descanso no será eterno, pues la cada vez más alarmante situación hace que
este y los suyos regresen para poner fin al reino de terror y evitar los hechos
que podrían desembocar en el apocalipsis.
De
todo ello, el lector será testigo gracias a Norman McCay, un cura que ha sido
víctima de unas visiones que le ratifican el fin del mundo, siendo por ello el
elegido para guiar al Espectro a través de los hechos que desencadenen el día
final para que este juzgue y sentencie a los culpables la debacle.
Esta
es la metáfora en la que Mark Waid reflejaba el momento que vivía la industria
del cómic. Pero no solo lograba con gran acierto dicho fin, pues Kingdom Come
ha conseguido perpetuarse a través de los años gracias a su innegable calidad. Tanto a nivel argumental como gráfico.

Así,
la lucha que vemos en el cómic entre diferentes bandos superheróicos sirve para
dejar patente las diferencias entre el maniqueísmo bondadoso de Superman, la
calculadora frialdad de Batman, la incontinente violencia de Wonder Woman… La
personalidad de cada uno será retratada como pocas veces mediante sus actos,
pues los protagonistas deberán elegir bandos y relaciones dejando más evidente
que nunca al lector su sentido de la justicia, moral y ética. Mientras que hace
notar el cariño que siente hacia ellos, Mark Waid nos muestra en este cómic
unos superhéroes más de carne y hueso que nunca.
Por
si todo esto fuera poco, Kingdom Come se presta a futuras relecturas para, no
solo disfrutarla de nuevo, sino también para extraer sus múltiples
interpretaciones, pues esta también se presta a la crítica social, política…
El
retrato del superhéroe, el contenido social… Todo esto lo argumenta entorno a
una trama genialmente construida. Inteligente desde el primer momento, la
historia sabe cómo picar la curiosidad del lector convirtiéndose en adictiva y
manteniendo su interés durante todo el cómic mediante un desarrollo que no
pierde fuerza conforme avanza. Además, Mark Waid deja patente en este cómic su
calidad como narrador ofreciéndole a la historia tono épico, realizando
múltiples referencias bíblicas y mostrando todo a través de los ojos de Norman
McCay. Un brillante trabajo que sumergirá por completo al lector en la ambiciosa trama.
Por
otro lado, Mark Waid se asegura de recoger todos los elementos claves del
género superheróico incluyendo espectaculares escenas de acción en las que una gran cantidad de personajes de DC deberán enfrentarse entre sí para decidir el
futuro de la Tierra.
Por
su parte, Alex Ross realiza un trabajo que pocas veces encaja tan bien con el
tono del cómic. Su estilo clásico y, a la par, nostálgico ayuda enormemente a
que la historia de Waid cobre fuerza. Ross hace gala de su soberbio trabajo
realizando unos dibujos hiperrealistas, genialmente coloreados y plagados de
detalles y guiños que van desde Star Wars hasta obras de Marvel. También cabe
destacar la capacidad de Ross para saber adaptar los personajes al cambio que
supone el salto al futuro.
Actualmente, el cómic se encuentra publicado por ECC en un tomo que contiene los 4 números que componen la saga y diversos extras. La
publicación cuenta con cubiertas rústicas y 232 páginas al más que justo precio
de 19,95 €.
Conclusión: Kingdom Come es un brillante cómic que recoge la esencia del género
superheróico en general y de DC en particular. Gracias al talentoso trabajo realizado por Mark Waid y Alex
Ross, Kindom Come es ya un auténtico clásico indispensable para cualquier lector de
cómics.
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