En 2008, el
escritor de New Jersey Matthew Quick publicaba su primera novela bajo el título
Silver Linings Playbook, o El Lado Bueno de las Cosas (Un Final Feliz) en
español. Por su parte, el director David O. Russell ya había dirigido Tres
Reyes (1999) y triunfó más recientemente con su genial The Fighter (2010),
película que le valió el Óscar a Christian Bale y a Melissa Leo por sus
interpretaciones. Tras la adaptación a telenovela en los países
hispanoamericanos, Russell se propuso consolidarse como uno de los mejores
directores del momento con la adaptación del libro, la cual se estrenó el
pasado 2012.
La película
narra la historia de Patrizio Solitano Jr. (Bradley Cooper), un profesor de
instituto cuya vida dio un giro radical al ver cómo su mujer le ponía los
cuernos, desatando así así el trastorno que este llevaba incubando mucho tiempo. La
consecuencia de la ira de aquel momento fue el ingreso en un centro
psicológico. Tras abandonar este sin el consentimiento de los médicos, Pat
regresa a la casa de sus padres (Robert de Niro y Jacki
Weaver) con la intención de retomar su antigua vida y su matrimonio.
Pero las
cosas del destino hacen que, mientras este piensa cómo sortear la orden de
alejamiento que ha puesto su mujer contra él para reconquistarla, conoce a
Tiffany Maxwell (Jennifer Lawrence), la cuñada de su mejor amigo, una joven
viuda que en un pasado fue un tanto... promiscua. A partir de ahí, Patt
comenzará a entablar relación con Tiffany para demostrarle a su mujer que se
encuentra estable, pero con el paso del tiempo, el protagonista dejará de ver
dicha relación como medio para alcanzar sus objetivos.
Esta es la
historia que utiliza Russell para presentarnos una película sencilla pero
inteligente que ha logrado estar nominada a los Óscars en la categoría de Mejor
Película del 2012. Sin lugar a dudas, una de las claves de este éxito consiste
en el buen saber hacer de Russell como director al ser capaz de picar de
diferentes géneros fílmicos sin llegar a decantarse por ninguno. Así, nos
encontramos con una película basada en un romance que evita caer en los tópicos
más edulcorados del género, que contiene toques de comedia y que, sin llegar a
ser drama, sabe cómo conmover al espectador. El resultado de esta extraña
mezcla es un film realmente genial que, a pesar de pertenecer a la meca del
cine, se presta a tintes más íntimos acercándose incluso a un cine más indie.
Igual de
bien construidos se encuentran los personajes, quienes se encuentran plagados
de matices y con sus propias características. El perfecto desarrollo de estos es vital en una película de este tipo, ya que durante el film
exploramos a los personajes, sus formas de ser y sus relaciones.
Y para
conseguir que todo funcionase, nos encontramos a un reparto de lujo que realiza
una actuación al nivel de las expectativas. Tanto es así, que Bradley Cooper,
Jennifer Lawrence, Robert De Niro y Jacki Weaver fueron nominados a los Óscars
en sus respectivas categorías, a pesar de que únicamente se alzó con la
estatuilla la joven Lawrence, confirmándose como una de las más versátiles
actrices del momento.
Además, la
película se encuentra cuidada hasta el último detalle, destacando la labor de
montaje y la estética que toma el film, ya que esta ayuda a dar ese enfoque más
indie y personal que la película busca transmitir. Resultado del buen trabajo
que mencionamos es que el trabajo de montaje fue candidato a los Oscars.
También cabe destacar la BSO del film, la cual corre a cargo de Danny Elfman,
quien ha sido candidato a los Óscars hasta en 4 ocasiones.
Conclusión: David
O. Rusell presenta una brillante película con la que sabe cómo ganarse al espectador con
una historia con la que conmueve a la vez que divierte. 8
nominaciones a los Óscars del pasado 2012 son credenciales de la maestría del
film.
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